viernes, 15 de febrero de 2008

HAMPA (1 de 2)



Hace años cuando empezó el colegio mi hija nos apuntamos entusiasmados a las actividades del AMPA (entonces se llamaba APA, pero ahora mola más). Lo hicimos por varias razones la principal involucrarnos en el proceso educativo de ella desde dentro. Otra de las razones era conocer gente ya que pese a llevar años y años en el pueblucho no teníamos amigos aquí y pensamos que era debido a que no nos relacionábamos (ingenuos!!)
Así pronto entrábamos en un grupito, sobretodo de madres, que eran las que llevaban el tema del Ampa. Con quien más amistad hicimos fue con el Capo, perdón! Quiero decir con la que era la presidenta. Tenía una niña de la edad de la nuestra y realmente pensábamos que habíamos encontrado amigos. Junto a ella había una presencia maléfica, que esa sí, no nos engañó desde el principio (¿sería el tufo a azufre cada vez que aparecía?)
Para explicar bien la historia hay que decir que para escoger el colegio de mi hija tuvimos muchos problemas y un flechazo. En principio económicamente nos podíamos permitir el colegio más recaro y pijo de las cercanías, uno al que todo el mundo odiaba pero que si pudiera habría matriculado a sus hijos allí por el estatus que confería, caballos, edificio impresionante, etc, etc.. Pero no estábamos de acuerdo por varias razones: yo había sufrido en mis carnes los colegios privados y no guardo nada de buenos recuerdos (todavía a mis años, tengo pesadillas, y no es broma), la enseñanza de ese colegio era enfocada al catolicismo, y somos acérrimos defensores del sistema público (laico) de enseñanza. Así que pese a la oposición familiar y también debido al flechazo la inscribimos en un colegio público cercano a casa. Muy cercano a casa. El flechazo viene de antes y continúo al conocernos. Resulta que yo siempre paso por delante del colegio para ir a la Biblioteca (lugar que frecuento casi cada día). El edificio del colegio es precioso, es antiguo y tiene caliu, además me transmitía algo especial. Pero claro con esas únicas premisas sólo no podíamos basarnos para matricular a la niña, así que fuimos a la jornada de aulas abiertas y se dedicó a enseñarnos el colegio una de las profesoras más antiguas, una mujer con vocación que nos mostró el colegio y nos acabó de enamorar. Decidido pues la matriculamos allí.
Aquí empezó nuestra pesadilla, el colegio tenía (y obsérvese el pasado) un amplio porcentaje de alumnado inmigrante (más bien de padres inmigrantes porque la mayoría de los alumnos son tan catalanes como yo), para nosotros eso significaba más riqueza en la enseñanza y la posibilidad para nuestra hija de ver que cada uno es diferente y a la vez igual.
Cuando digo la pesadilla me refiero a que la gente empezó a asustarnos (hay que tener en cuenta que éramos novatos en el tema y que la educación de nuestra hija es muy importante para nosotros), en realidad nunca nos explicaron nada claramente pero dejaban caer que en ese colegio pasaban cosas horribles, y cuando les preguntabas el qué, lo único que te espetaban era que “estaba lleno de moritos”, incluso un tipo que conozco porque tenía un bar y con el que habré hablado tres veces en mi vida me señaló con el dedo en medio de la calle y me dijo “te has equivocado al matricular a tu hija allí, te arrepentirás” y su mujer para arreglarlo dijo: “ bueno quizás no sea tan malo en clase de la paquita-su hija- también tenemos un negrito y no pasa nada”
Evidentemente hicimos caso omiso de semejantes lumbreras pero no dejábamos de tener un cierto desasosiego de si habíamos hecho bien. Así que la amistad con el capo (la presidenta) nos dio un poco de respiro al tema. Ella bajo el lema “Faran cua per entrar en aquesta escola” nos iba animando…hasta que al principio del segundo curso nos confesó que había matriculado a su hija en otro cole y que se largaba por fin porque no aguantaba estar sentada con tanto “morito” en las reuniones del Ampa.
Eso nos dejo alucinados, para mí fue un gran palo, pero A. que normalmente asimila las cosas mucho mejor que yo también se quedó hecho polvo. Nos sentimos traicionados, porque nos habían traicionado. (que conste ninguno de los dos le reprochamos el hecho de que cambiara de colegio, cada uno es libre de decidir lo que quiere para sus hijos, sino el hecho de que en tantas conversaciones que habíamos tenido nunca expresara sus dudas y nos hiciera creer que pensaba como nosotros).

2 comentarios:

Gatxan dijo...

Jo no tinc fills i no sé què faré quan els hagi d'escolaritzar però, més enllà de si hi havia molta mainada immigrant o no, què tal era l'ensenyament? I el projecte eductiu del centre? I el professorat? Perquè, sincerament, això és el que realment importa d'una escola, no?

Rebeca dijo...

Això penso jo, però algunes persones són veritablement extranyes. El projecte educatiu del centre i el professorat són de lo millor que hi ha al poble.Es més la majoria de professors venen del cole(públic) amb més prestigi de les rodalies.