Soy atea. Con todas las letras, lo reconozco. No creo en ningún Dios, no creo en una vida después de la muerte (a veces ni antes de la muerte) y no creo que cuando mi cuerpo muera mi alma se vaya a ir a ningún sitio, es más me reconforta pensar que me convertiré en una parte de un bosque, de un mar o algo así. Y no me preocupa que pasará con mis pensamientos, mis sentimientos o todo eso que se califica de alma. No los necesitaré porque estaré muerta, y ya han tenido bastante utilidad para mí.
Pero resulta que últimamente tengo que defender mi postura con bastante asiduidad, y no porque yo alardee de ella, es más, normalmente no la comparto con nadie, porque considero que mi opinión en este tema solo me interesa a mí, forma parte de mi esfera privada y no necesito hacer proselitismo de mi “causa”.
El caso es que mi madre, como ya he explicado en otras ocasiones, es católica practicante, ahora que está en el hospital desde no sé cuando y por mediación del mismo hospital (bajo su petición, claro esta) la visitan regularmente los curas y las monjas de no se que congregación (si se llama así) para que comulgue y rezar con ella. A mí me parece muy bien porque la alivian un poco en su enfermedad y ella siente que eso la beneficia. Hasta ahí correcto. A veces coincide que estoy allí cuando llegan a visitarla. Yo, evidentemente, no participo del tema, o salgo de la habitación o me quedó, pero sin rezar. Pues bien, lo normal también es que eso no sea malinterpretado, pero hay uno de los curas (de todo hay en el rebaño del señor) que se ofende con mi actitud y me ataca. Él tiene la verdad absoluta y yo no quiero entender la realidad.
¿Acaba aquí todo? Pues no. Por otro lado de mi familia, que se puede clasificar más “progre” una de mis familiares es budista (practica una forma de budismo entre budismo y catolicismo, que aunque parezca raro existe)
El otro día comentando el tema esta señora me espetó que “mi manera de vivir es estúpida” porque “no me he parado a mirar mi corazón y ver que somos algo más que materia” amén de otras lindezas por el estilo.
Desde este blog, exijo:
-que se respeten mis creencias o mis no creencias, como quiera llamarse, igual que yo respeto todas las religiones sin mencionar nunca, nunca delante de cualquier persona que pueda darse por ofendida que me parecen una soberana estupidez.
- que evalúen su comportamiento. El tener miedo a morir es humano, el buscar consuelo en una religión, también, pero hay muchas personas que con su comportamiento diario demuestran mucha menos “caridad cristiana” o “seguimiento del camino correcto” de lo que yo sin seguir ningún precepto religioso realizo día a día.
- que crean lo que les de la real gana, pero me dejen de historietas a mí.
A veces lo que me da más miedo de esta historia de las religiones es que hay un montón de gente que se porta bien por salvar su vida eterna, o que se portan mal porque la religión de turno se lo manda.
Actuemos con moral y ética hacia nuestros prójimos, normalmente, sale más a cuenta ser bueno, estoy firmemente convencida.