Finalmente ,y casi en el último momento, a mi madre le dieron el alta en el hospital y gracias a un convenio de colaboración con mi hermano nos hemos ido de vacaciones. Pero, claro, todo no podía ser tan sencillo.
Para empezar y pese al poco tiempo que hemos tenido para organizar el viaje y a la limitación de tiempo (mi hermano y yo nos hemos dividido las vacaciones, para no dejar a mis padres solos, así que en vez de irme un mes como era lo proyectado, me he ido quince días) nos montamos una ruta chuli e inusual empezamos en Estocolmo, desde allí nos fuimos a París y una vez en París nos montamos una escapada a Bruselas en TGV. Bonito ¿verdad?
En Estocolmo la verdad el tiempo no nos acompañó o nos acompañó demasiado según se mire. Ya había leído en la guía “aunque sea verano llévate un anorak” y pensé ¡qué exageración por Dios!. La exageración es que le llamen a la época entre junio y septiembre “verano”, en ese país no saben lo que es el verano pero ni de casualidad, excepto un día nos cayeron chuzos de punta todos los días (5) que estuvimos allí, el punto álgido del tema fue cuando aguantamos una cola de una hora para entrar en el museo de la Pipí Lanstrun (?) rodeados de suecos empapados ( como el que está al sol, oyes!) y millares de niños ( hay que ponerles un plan de control de la natalidad, rápido!). Una vez dentro la cosa cambio mi marido y yo recorrimos el recinto encantados mientras mi hija escuchaba el mp3 diciendo “...y no hay ningún parque de High School Musical?”
Pero Estocolmo es precioso y hacen las albondigas más deliciosas que he probado en mi vida y la cerveza es alemana. Si tienes mucho dinero y unos zapatos cubiertos seguro que es una experiencia maravillosa, además todo el mundo habla inglés¡ del que se entiende! No de ese que hablan los ingleses y los américanos que son más complicaos!...
Pero no todo iban a ser flores y violas, a nuestra llegada a París...
Estocolmo, el día de la tregüa.
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