lunes, 25 de agosto de 2008

Los antecedentes

O porque no prestarnos un piso nunca nunca.

Hace dos años nuestro queridísimo amigo que vive en París decidió dejar de vivir de alquiler en su piso de 12 m y comprarse algo más grande (60 lo que los franceses llaman un “petit palace”), y es que a la ministra lo que le pasó es que viaja mucho.
Por esas fechas nosotros decidimos a nuestra vez hacerle una visita, para gorronear se entiende porque en el mini piso no cogíamos los cinco (mi amigo, su novia, mi marido, mi hija y yo) y visitar Eurodisney que después de años yendo a París cada año habíamos logrado evitar con éxito, pero la suerte no puede durar eternamente.
Coincidió pues el viaje con la fecha en que a nuestro amigo le dieron las llaves de su nuevo piso y no había abandonado todavía el de alquiler, así que él se quedó atrincherado en el minipiso (con una novia como la suya yo también lo haría y eso que soy chica) y nos envió a nosotros al nuevo que no tenía ni muebles ni ná (seguro que pensó “así no me rompen nada”). Coincidió además que él- que por razones de trabajo viaja un montón- el día de nuestra llegada no estaba, así que le dejó las llaves del piso nuevo a la conserje y le dijo que unos amigos españoles pasarían a recogerlas.
A nosotros nos dio instrucciones sencillas, bloque A, piso 2º Dcha (droite). ¿fácil no?
Llegamos a Paris Austerlitz en el TALGO que llega aproximadamente a las nueve de la mañana, cogimos el metro, saludamos a la conserje, nos dio las llaves y nos fuimos al piso, también nos había dicho “mi puerta tiene tres cerraduras, sólo esta echada la del medio”
Cuando llegamos al piso miramos la puerta del 2ª Dcha y vimos que solamente tenía dos cerraduras con lo cual decidimos que los franceses, como son como son, no miraban la derecha y la izquierda como lo haríamos nosotros o sea, subiendo las escaleras sino bajándolas (lógica racional), miramos la puerta de enfrente y esa ¡tenia tres cerraduras! Esa era la nuestra, abrimos la del medio y ¡sorpresa! El piso estaba totalmente amueblado pero ¡como! El piso era un completo desorden todo estaba sucio y revuelto. Mi hija lo primero que hizo fue sentarse en el sofá y ponerse dibujos en la tele. Mi marido empezó a husmear por el piso buscando la ducha. Y yo me fui a la cocina. Empezamos a alucinar, hace años que conocemos a nuestro amigo y nunca hubiéramos dicho que era tan guarro, la cocina rezumaba grasa y había una olla con un contenido que yo estaba segura que estaba vivo.
Yo animosamente me arremangue, dispuesta a limpiar la cocina y le dije a mi marido que deambulaba de habitación en habitación diciendo “por dios, que guarro, que guarro”: “mira yo recojo esto y tú ve duchándote”
De pronto mi marido apareció con unos calzoncillos de cuadros tipo boxer en la mano y diciendo: “¿tu crees que Juan viste estos calzoncillos?” Siempre he pensado que mi marido no era celoso: “la última vez que se los arranque a mordiscos los llevaba de otro color” le dijd y continué mi tarea de buscar productos de limpieza.
Un ratito después mi marido chilló desde el lavabo y fui corriendo a ver que le pasaba. Señalaba con dedo trémulo una bañera con una película de porquería que hubiera envidiado un barril de petróleo y decía “nos vamos a un hotel, yo no puedo meterme ahí, recoge las cosas”
Nos reunimos en el salón con mi hija y comentamos la jugada: “¿que hacemos?” “Se va a ofender si nos vamos”, “pues que se ofenda que es un guarro” “¿como puede una persona vivir así?” etc, etc.
Entonces yo le dije a mi marido: estos deben ser los muebles del anterior inquilino ¿porque no le llamamos y le preguntamos si los podemos quemar?. Y mi marido dijo: “no tengo saldo en el móvil”
“pues llama desde el fijo”
Mi marido: “no tiene, me ha comentado que tiene problemas para que le den la línea y que hasta dentro de unos días no se lo pondrán” y entonces vimos el teléfono, conectadito y con línea mirándonos desde un rincón...



“Mierda, nos hemos equivocado de casa”. Rápido, rápido cogimos a la niña, las maletas y volvimos a salir.
“¿lo tenemos todo?- pregunté
“mierda, la chaqueta- dijo mi marido”
Volvió a entrar y la recuperó.
Entonces miramos la puerta de enfrente y allí pequeñita, pequeñita, abajo estaba la tercera cerradura. Entramos y ¡sí! Sabíamos que no podía ser tan cochinote, allí el piso estaba vacío, limpio, con un par de colchonetas para dormir y la prueba irrefutable: la primera temporada de “Aquí no hay quién viva” en la cocina.

La única explicación que se nos ocurrió es que la cerradura de en medio debía ser común por algún extraño motivo y el vecino de enfrente que lo ignoraba cerraba de portazo.
Suerte tuvimos que no había nadie cuando entramos y que no estábamos en Estados Unidos donde las armas son legales. Después nos pasamos las vacaciones espiando por la mirilla a ver si veíamos al vecino guarreras y descubrimos que además de ese defecto era muy agresivo, cosa que nos acabo de asustar, ¡de la que nos habíamos librado!
Mi sentido del humor puede y siempre me imagino la cara del vecino si hubiese llegado a casa y se hubiese encontrado una niña viendo la tele, una señora limpiándole la cocina y un señor en la ducha.
O que me hubiera dado tiempo a limpiar antes de descubrir que el piso no era el piso y hubiese llegado de trabajar y se hubiese encontrado el piso limpio, llamando a la policía “vengan rápido me han limpiado el piso” “¿le han robado?” “no, no solo me lo han limpiado”

Pues eso, que no se nos puede confiar nada, aunque bien pensado esa vez no rompimos nada y si hubiéramos sido un poco más rápidos mentalmente nos podríamos haber llevado la tele de plasma, si es que... ni pa’ ladrones servimos!!!

miércoles, 20 de agosto de 2008

Vacaciones o algo parecido 2

En París nos alojamos en casa de un amigo que esta de vacaciones en California y que tiene muy buena fe, porque la última vez que estuvimos en su casa allanamos la morada del vecino en una acción surrealista que solo se nos podía ocurrir a nosotros (lo explicaré otro día porque no tiene desperdicio), bueno pues eso, que a pesar de nuestros antecedentes nos volvió a prestar el piso (esta vez se que será la ultima la amistad tiene sus límites).
Pues la historia es que llegamos, nos duchamos, nos fuimos a comprar al supermercado ( el supermercado de al lado de casa de nuestro amigo es el paraíso del consumidor y yo soy el paradigma de la consumidora, una orgía vamos!) y cuando subimos pensamos: “Misión cumplida!! Vamos a tomar una cervecita “y como yo soy muy precavida cerré todo a cal y canto.
Cuando volvimos la puerta decidió no abrirse, después de hacer un montón de ruido ( aporreando la puerta y gritando “ábrete maldita”) empezaron a salir vecinos cuando les convencimos de que no llamaran a la policía, empezamos a buscar soluciones ¿llamar a un cerrajero? En verano, viernes y por la noche imposible. ¿Subir a la ventana? Estaba cerrada. Finalmente, un vecino nos explicó que su hijo era bombero y si queríamos podía trepar a la ventana y romper el cristal. Vinieron el hijo y su novia que parecía muy disgustada (normal por otra parte) después de discutir acerca de la ética de la cuestión (a fin de cuentas no sabían si habíamos secuestrado al dueño del piso y lo teníamos troceado en la bañera) el bombero se encaramó a la ventana en un plis-plas y....





Bueno, pues eso.
( por fin conseguí estar un ratito encerrada con un bombero cachas de veinte años pero se limitó a enseñarme los cristales esparcidos para que no nos cortáramos, “suspiro”)

jueves, 14 de agosto de 2008

Vacaciones o algo parecido (1ª parte)


Finalmente ,y casi en el último momento, a mi madre le dieron el alta en el hospital y gracias a un convenio de colaboración con mi hermano nos hemos ido de vacaciones. Pero, claro, todo no podía ser tan sencillo.
Para empezar y pese al poco tiempo que hemos tenido para organizar el viaje y a la limitación de tiempo (mi hermano y yo nos hemos dividido las vacaciones, para no dejar a mis padres solos, así que en vez de irme un mes como era lo proyectado, me he ido quince días) nos montamos una ruta chuli e inusual empezamos en Estocolmo, desde allí nos fuimos a París y una vez en París nos montamos una escapada a Bruselas en TGV. Bonito ¿verdad?
En Estocolmo la verdad el tiempo no nos acompañó o nos acompañó demasiado según se mire. Ya había leído en la guía “aunque sea verano llévate un anorak” y pensé ¡qué exageración por Dios!. La exageración es que le llamen a la época entre junio y septiembre “verano”, en ese país no saben lo que es el verano pero ni de casualidad, excepto un día nos cayeron chuzos de punta todos los días (5) que estuvimos allí, el punto álgido del tema fue cuando aguantamos una cola de una hora para entrar en el museo de la Pipí Lanstrun (?) rodeados de suecos empapados ( como el que está al sol, oyes!) y millares de niños ( hay que ponerles un plan de control de la natalidad, rápido!). Una vez dentro la cosa cambio mi marido y yo recorrimos el recinto encantados mientras mi hija escuchaba el mp3 diciendo “...y no hay ningún parque de High School Musical?”
Pero Estocolmo es precioso y hacen las albondigas más deliciosas que he probado en mi vida y la cerveza es alemana. Si tienes mucho dinero y unos zapatos cubiertos seguro que es una experiencia maravillosa, además todo el mundo habla inglés¡ del que se entiende! No de ese que hablan los ingleses y los américanos que son más complicaos!...
Pero no todo iban a ser flores y violas, a nuestra llegada a París...

Estocolmo, el día de la tregüa.